
Mientras yo venía sumergido en mi lectura del capítulo 51 de "Profetas y Reyes" de una escritora cristiana, Elena G. White, ella daba vueltas y vueltas una revista que traía. Me puse a ver que era lo que leía, solo con ver un par de títulos "La princesa" "una guerra que ella no quería", una foto de una chica en bikini y otra abrazando a un hombre me alcanzó para saber de que se trataba la revista que leía. Era una revista de esas que a los pocos días ya dejan de ser actuales, porque solo hablan de la vida de los famosos y tratan de las polémicas y líos de del día a día.
Me quedé viendo a la señora y se reflejaban en sus ojos un interés y entusiasmo que algunas veces había visto con algunos de mis catecúmenos. Mientras la miraba descaradamente, cosa de la cual no se percató, me lamentaba no haber traído un librito titulado "la última esperanza" para obsequiarle, pero enseguida vino a mi mente el eterno prejuicio "¿y será que ella lo leería con tanto entusiasmo como a esa revista?" Ahora nunca lo sabré. Pero el punto que quiero destacar es que con la lectura que ella estaba haciendo seguro le estaba dando un suicidio neuronal colectivo! (En un sentido grotescamente figurado).
Pero en un sentido crudamente literal, vivir de la vida ajena y alimentarnos de ello envenena de tal manera nuestra mente que nos hace pensar y vivir de una manera indiferente y hasta despreciativa para con los demás. Nos hace mirar con ojo crítico a quién va a nuestro lado, a solo ver las apariencias. El vivir de la vida ajena te enajena de la tuya propia.
Algunos autores hablan de nuestros sentidos como las avenidas del alma, así como a una ciudad se entra por las avenidas, así los sentidos son las avenidas de nuestra alma. Lo que sea que dejemos entrar por ellas va a ir modelando nuestro ser, y de acuerdo a la cantidad y asiduidad con que lo dejemos entrar el efecto va a ser mayor y mas rápido. San Pablo hablando de ello decía "todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad." (filipenses 4:8).
Hay un dicho popular que dice "lee poco y serás como muchos, lee mucho y serás como pocos". Una buena lectura hace la diferencia.
Cuanto más elevadora sea, mejor persona serás. Y si es lectura de contenido bíblico recibirás bendición del cielo.