Translate!

domingo, 17 de junio de 2012

es solo cuestión de perspectiva...


           Es solo cuestión de perspectiva… ¿cuántas veces nos ha servido para disculpar un error? Nuestros anhelos y deseos tantas veces nos juegan una mala pasada… cuando conocí a José, pensé dentro de mí, debe haber tenido una experiencia de vida muy amarga, debe tener el menos unos 80 años. Verlo ahí demacrado, postrado en esa cama, sosteniendo la máscara de oxigeno con su mano, con esos ojos desesperados, reflejo de un alma sin paz… allí cuando tomaba un poco de aliento alejaba el respirador para poder susurrar algunas palabras… nunca pensé conocer a alguien en esa condición. Pero hasta allí solo había visto las apariencias… José no tenía tantos años como pensé, no llegaba  a los sesenta, yacía allí preso de un cáncer de pulmón, pagando por una vida licenciosa en la cual todos sus actos habían sido justificados, para él, por una cuestión de perspectiva… Su perspectiva. A la siguiente vez que lo visite estaba en un sofá, sentado viendo por un ventana, en su mano izquierda sostenía un inhalador (PAF), y en la otra sostenía un cigarro… ¡no lo podía creer! Un disparo del inhalador y una pitada… así era como lo hacía… “es solo una cuestión de perspectiva”.
          ¿Es tan solo una cuestión de perspectiva? Un pequeño error, dejar pasar una falta, rebajar los principios en pro de darnos un gusto… Cada cosa que vamos dejando pasar hace que cada vez veamos menos los errores tal como son. Como las pequeñas distracciones en la ortografía van volviéndose cada vez más comunes, más imperceptibles a nuestra vista, hasta que terminan por transformarse en horrores de ortografía y aún así no nos importa. Cada “despiste” no hace más que volver inevitable dar otro paso más.
          Cada error disculpado es un escalón que se desciende. Cada paso dado solo precipita el siguiente con mayor temeridad, cada puerta atravesada ya no se cierra, hasta que lo que una vez nos pareció un error, ahora ya no es nada.  La senda que nos conduce hacia abajo es rápida, cada paso acelera el siguiente hasta que se hace imposible parar. Me recuerda una tarde, un sábado de verano, con un grupo de amigo salimos a caminar, recorriendo la falda de una montaña en Ushuaia comenzamos a subir montaña arriba, terminamos en la cumbre de una baja montaña. Nos llevó cuatro horas el ascenso, pero solo una hora y media el descenso! Cuando comenzamos a bajar nuestros pasos se aceleraban de una manera incontrolable, por partes bajamos corriendo sin poder detenernos, hasta llegar a un parte más llana. Y allí nos proponíamos a dejar de correr cuesta abajo, pero era tan solo dar unos pasos y ya no podíamos parar…
          Nada en esta vida deja de tener efectos. Cada paso dado es sentido equivocado nos hace más propensos a disculparlos y nos encamina a dar el siguiente de una manera más temeraria.
          Nada disculpa un paso mal dado. Es mejor detenerse cuanto antes. De otra manera nos encontraremos yendo en rápido descenso y sin poder detenernos… aún así hay esperanza. Mirar al Maestro.

1 comentario: