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martes, 17 de febrero de 2015

Permanecer en Jesús y la casa de Tres pisos.

         Mientras estaba haciendo mi culto esta mañana me topé con 1 Juan 3:9 y me quede un rato pensando en lo que decía allí, les comparto un poco de lo que entiendo sobre permanecer en Jesús (también hay un seminario muy bueno de un Pastor que escuché hace un tiempo que habla sobre este tema).
         Pensando en que espera Jesús de mi llegué a la siguiente conclusión. El objetivo de la vida cristiana no está en “ir a Jesús diariamente”, sino en “permanecer” en Jesús. “ir” cada día a Jesús significa que no permanecí con Él. En salmos dice “siete veces cae el justo y se vuelve a levantar” pero ¿el propósito del caminar del justo es caer para luego levantarse? Ciertamente que no, sino el permanecer levantado, permanecer sobre la roca no derribado en algún costado.
        Jesús constantemente nos habla de permanecer en Él. El permanecer en él es descansar cada momento del día en su presencia, es disfrutar de estar con Él cada momento, es sentir su presencia, estar conscientes de que Él está a nuestro lado, como dice en salmos que él es como mi “sombra a mi mano derecha”. Permanecer en Jesús es que el momento de descanso de nuestra mente sea en Jesús, cuando nos “distraemos” de nuestros pensamientos, es decir, cuando pensamos automáticamente, nuestra mente debe huir directo a Jesús. Cada pensamiento que tenemos deja una huella, como si nuestra mente fuera una playa, vamos dejando huellas, marcas y con cada pensamiento vamos haciéndola más profunda, nuestra mente va a “correr” como el agua por la huella más profunda de nuestra mente.
         Permanecer en Jesús es, de repente, percatarnos de nuestros pensamientos y que estos estén en Jesús, pensando en Él, en algún texto o en oración.
         En 1 Juan 3:9 dice también que todo aquel que es nacido de Dios… y permanece en Dios, no peca, no puede, porque como puedo yo pecar si estoy permaneciendo en él. Para muchos cristianos es como su hubiera tres niveles, tres pisos en nuestra casa. El de abajo es cuando peco, es mi estado “en pecado”, cuando “caí”. El del medio en el de mi vida diaria y el de arriba es en el que estoy en comunión con Jesús. La vida del cristiano que no permanece en Jesús es de la siguiente manera. En el segundo piso se despierta, porque allí esta su cama, a veces sube un ratito al piso de arriba que lo vamos a llamar “comunión” “permanecer en Jesús”, baja luego. Continúa con su vida diaria en el segundo piso, porque allí también está su trabajo, su familia, su tv, su internet, sus relaciones, sueños y metas, todo en el segundo piso. El piso de abajo tiene su encanto, constantemente baja y se queda, en ocasiones, un rato, otras veces baja y luego sube de golpe al tercer piso y cuando ya se siente bien nuevamente vuelve a bajar el segundo y allí sigue hasta que repite el proceso. Hay momentos que no se diferencia si está en el piso de abajo o en el del medio, no tiene importancia de una u otra forma no está en el piso de arriba.
         Pero Jesús me enseña que debo permanecer en Él. Podríamos decir que lo que me propone Jesús es tener mi casa con un solo piso, una planta “permanecer” allí debe estar mi cama, mi familia, mi “yo en el trabajo”, mi “yo con mis amigos”, mi “yo con los que no conocen a Jesús”, mis planes, proyectos, sueños y metas. Todo en la permanencia. Evidentemente que habría un exterior, que es donde ya no estoy en Jesús. Allí cuando salgo es cuando me aparto de Jesús. Él también decía, construye tu casa sobre la Roca, esa casa, ese mi todo debe estar construido sobre Jesús, fundado en “permanecer en Jesús”.
         El camino del que nació de nuevo es andando de pie, permaneciendo en Jesús, no “Levantándose” no yendo al piso de arriba un rato en las mañanas. Es permanecer en Jesús.
La biblia está teñida de este pensamiento.

         

Si permanezco en Jesús, “tengo al Hijo” y quien tiene al Hijo tiene la vida eterna (1 juan 5:12).

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