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jueves, 19 de febrero de 2015

Permanecer en Jesús. No Puedo. (Parte III)

          Al seguir meditando en todo esto no podía dejar de pensar en un salmo que había leído hace unos días pero no había entendido mucho su significado, hoy sentí fuertemente que tenía que volver a leerlo, lo hice y entendí lo que me estaba faltando, con este salmo Dios nos da el equilibrio que nos falta en todo esto! Nuestro Dios es Grande!
        Permanecer en el círculo sagrado de intimidad con Dios (ver publicación anterior), es algo que no puedo hacer. Con lo que venimos hablando hasta aquí da la idea de que para permanecer en esa relación con Dios, de que yo permanezco en ÉL y Él en mí dentro del círculo íntimo, es algo que depende de mí. Pero no lo es, yo no puedo hacerlo. No puedo permanecer allí.  
        El salmo 131 solo tiene 3 versículos y a la luz de lo que venimos estudiando toma una relevancia muy grande. “Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma, como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma. Espera, oh Israel, en Jehová. Desde ahora y para siempre.”
        Si tomamos lo que vinimos estudiando hasta ahora podríamos hasta pensar que depende de nosotros permanecer en Jesús, generar y mantener esa intimidad. Pero Dios me dice lo contrario, yo no puedo. Soy incapaz de entrar en ese círculo sagrado de intimidad con Dios. Como dice el salmo citado antes, que aunque David había andado con humildad delante de Dios, eso le era insuficiente. Sigue diciendo “ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mi” no está hablando de lo material, porque tuvo mucha grandeza terrenal como Rey. Esas cosas grandes y demasiado sublimes de las que habla son espirituales, habla de que no pudo andar en ellas, Aunque si las experimento, pero el no pudo hacerlo por su cuenta, no se puede. Con seguridad has visto el Taj Mahal ¿recuerdas la cúpula central?  Imagina que ese círculo sagrado de intimidad con Dios es como esa cúpula y Dios esté en el centro, podríamos agregarle que esa cúpula esta toda cubierta de aceite quemado de motor, de la marca “mi tendencia a pecar”. ¿Cuál sería la única manera de subir hasta allí y de mantenernos allí? La única manera es estar aferrados a algo que este allí arriba. En ese círculo sagrado de intimidad con Dios no puedo subir solo, mucho menos mantenerme allí sin estar sostenido del brazo de Dios.
         David dice que ha acallado su alma y que está como un niño, porque delante de toda esta escena que es inalcanzable para nosotros, a menos que tomemos la mano de Dios para que nos suba hasta allí, no hay palabras, no queda más que callar antes la grandeza de Dios y como sigue David “Espera, oh Israel, en Jehová desde ahora y para siempre.”
         ¿Y como es eso de que la cúpula este embarrada de aceite que me hace resbalar? Es nuestra propia inclinación al pecado. Nuestra tendencia al pecado no es pecado. Martin Lutero hablando de la tentación y el pecado decía “No puedo evitar que los pájaros vuelen sobre mi cabeza, pero si que hagan nido sobre ella” Yo no puedo quitarme la tendencia al pecado, allí en medio de la intimidad con Dios ella está presente y las tentaciones llegan hasta ahí para hacer que me suelte del brazo de Dios y caiga.  Hasta que lleguemos a la eternidad estaremos patinando en ese aceite y a veces cayendo, pero el brazo de Dios estará siempre a nuestro alcance para elevarnos de nuevo a su presencia.

          Allí es donde debe estar concentrada toda nuestra atención y nuestro esfuerzo, en mantenernos asidos del brazo del Señor, porque no podemos subir hasta allí y mucho menos permanecer en ÉL. Por eso en la biblia hay muchas imágenes de Dios descendiendo hasta el ser humano para poder elevarlo a su presencia. El mismo hecho de Jesús de “bajar” hasta nuestro mundo para “elevarnos” a ser redimidos es una clara muestra de ello.

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