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lunes, 19 de diciembre de 2011

Probador en la tienda

Hace unos días estaba en una tienda de ropa y al observar a las personas como tomaban varios artículos y se dirigían a los probadores, se me vino a la mente la idea de que esto ocurre con la espiritualidad, con las ideas y con las maneras de vivir. El mundo cristiano es como una gran tienda, así lo ven muchas personas, en donde tú entras y comienzas a mirar, comienzas a observar y ver las diferencias en lo que se te ofrece. Generalmente no buscamos algo que no nos agrade, buscamos algo que nos guste, que nos haga sentir cómodos, otros buscan algo que lucir, algo con que impresionar, algo con que llamar la atención quizá. El mundo religioso es tan amplio como la cantidad de ofertas que encontramos todos los días en todos lados. Las creencias no son algo que podes entrar a probarte, si te queda bien te la llevas, y si no, buscas algo más apropiado para ti. La idea de que las creencias y los principios son simplemente transitorios es bien recibida por muchas personas, que solo quieren “verse bien”. Cuando estos ya queden viejitos o gastados, se remplazan por otro y ya. Es como si aún viviéramos antiguo mundo politeísta, en donde podíamos adorar a muchos dioses a la vez o simplemente cambiar al que nos gustara más. El concepto se conserva, solo que le hemos dado un matiz diferente, lo hemos camuflado de una manera en que parece cristiano. Pero dista mucho de serlo. El sabio salomón decía “no hay nada nuevo debajo del sol”, y cuan cierto es eso. Viejas ideas con nuevos nombres y nuevas carátulas. Los principios no son algo que podes “vestir” dependiendo de la ocasión, son permanentes, y a menos que eso no sea una realidad en tu vida, de nada sirve iras como las olas, de un lado hacia el otro dependiendo de para donde sople el viento. 

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