Translate!

viernes, 10 de agosto de 2012

viviendo como parásitos...


          Vivimos en un mundo en el que la palabra no vale nada.
          Antes cuando alguien daba su palabra ya se daba por hecho el trato. Nadie faltaba a su palabra. Cuando eso ya no valió tanto, se puso hincapié en la firma, después que ya no era tan confiable la sola firma se empezó a pedir garantías, luego garantes. Alguien que dé la cara por mí si yo tropiezo por el camino. En la vida espiritual otro no puede darte de su vida espiritual para que sigas adelante.
          Las reacciones de la gente ante Cristo son diferentes. Cada una de las experiencias que vivimos son nuestras y solo nuestras, no podemos vivir de la experiencia de otro. No se puede transmitir la vida espiritual de uno a otro, no hay tal cosa, cada uno debe vivir de una manera que tenga su propia experiencia espiritual.
          La biblia nos cuenta la historia de Job, que él tenía siete hijos y tres hijas, y como él era muy rico, los hijos pasaban de fiesta en fiesta, un día a cada uno le tocaba organizarla. Job cada día se levantaba y pedía perdón por sus hijos por las dudas de que hubieran pecado. Todos sus hijos murieron en una de las fiestas, murieron en su pecado. (Job 1).
          La impecable experiencia del padre no les sirvió.
          Jesús enseña este mismo principio, una de ellas es la parábola de las 10 vírgenes. (Mateo 25: 1-13.).
A veces nos cuesta un poco aprender. A Pedro todavía no le caía la ficha, después de haber pasado incluso tres años y medio con Cristo, viendo como lo imposible se hacía posible delante de sus ojos. Pero no había entendido nada. Pedro lo negó tres veces y por cada caída Jesús le ofreció su gracia y con ella la responsabilidad de cuidar sus corderos. (Juan 21:15-19).
          Apenas terminaban de hablar cuando Pedro ya estaba preocupado pensando que sería de la suerte de su compañero Juan, y Jesús le contesta “Pedro!!! ¿Qué a ti? Sígueme tú.” Juan 21:20-21.
          El llamado del Maestro siempre fue el mismo. Seguime. No importa el de al lado, primero seguilo a él, sino vas a ser un estorbo para el otro.
         Primero seguí al Maestro y después vas a cuidar sus corderos.
         La vida espiritual no es como la simbiosis que hacen los parásitos, no nos podemos agarrar de otro para vivir de él. No se puede vivir de la vida de otro. Tenés que vivir tu propia experiencia con el Maestro.

        “¿Que a ti? Sígueme tú”

No hay comentarios:

Publicar un comentario