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jueves, 28 de junio de 2012

hasta alcanzarlo...? ¿eso es posible?

           Una excelente cita que leí en mi libro preferido, "El deseado de todas las Gentes". De la autora Elena G. de White. Pág. 269.
         



"´Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia´. 
El sentido de indignidad conducirá al corazón a tener hambre y sed de justicia, y ese deseo no será frustrado. Los que den un lugar a Jesús en su corazón, llegarán a sentir su amor. Todos los que anhelan poseer la semejanza del carácter de Dios quedarán satisfechos. El Espíritu Santo nunca deja sin ayuda al alma que mira a Jesús. Toma de las cosas de las cosas de Cristo y se las revela. Si la mirada se mantiene fija en Cristo, la obra del Espíritu no cesa hasta que el alma queda conformada a su imagen. El elemento puro del amor dará expansión al alma y la capacitará para llegar a un nivel superior, un conocimiento acrecentado de las cosas celestiales, de manera que no descansará hasta alcanzar la plenitud. ´Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados´".  



           "El Señor afirma los pasos de Justo,
            y aprueba su camino.
            Aunque caiga, no quedará postrado,
            Porque el Señor sostiene su mano."
                                             Salmo 37: 23, 24.






            Me encanta el hecho de que Cristo nunca nos va a dejar sin la ayuda necesaria para que podamos mantener la mirada puesta en Él. !Es un Genio!  

martes, 26 de junio de 2012

¿hurgando en el pasado? ¿…?


          Una verdad prácticamente reconocida y aceptada por todo el mundo es que, sin importar la cultura, país o región, siempre encontraras un elemento, un común denominador: Hurgadores. Son aquellos individuos que viven en las calles, que viven de los desechos, que se alimentan de lo que otro ya no quiere. En cada ciudad del mundo se los puede ver, allí viviendo como pueden, durmiendo donde quieren, soportando lo que pocos podrían. ¿Con qué fin? Sobrevivir un día más.
          Las distintas circunstancias y decisiones de la vida los colocaron donde están. Para muchos de estos individuos ésta es su vida. No importa cuáles fueron las circunstancias que los llevaron hasta ahí, esa es su realidad. Ignorados por todos. Acostumbrados a vivir al margen de la sociedad, una especie de vida paralela, cruzas a su lado y para ellos parece que no existes. Solitarios. Decepcionados con la vida por tantas veces buscar, sin recibir ayuda. Resignados a sobrevivir por su cuenta. Vivir sin metas, expectativas, ni esperanzas. La única meta es sobrevivir un día más…
          Esa es su realidad. Y muchos no renunciarían a ella. Vivir de las sobras y de lo que ya no sirve… vivir sin querer.
          Hurgadores, están por todos lados. Hay muchos de los cuales viven en mansiones, conducen buenos autos. Gente común, gente con buen prestigio. Muchos solitarios, otros rodeados de mucha gente… ¿Qué más da? si igual viven del pasado… o los restos de su pasado.
Restos de relaciones pasadas. Restos de una familia que se derrumbó, o simplemente que nunca existió. Restos de un éxito pasado,  con un presente desalentador. En fin… viven del pasado. Tratan de encontrar algo que les ayude a sobrevivir un día más. No queriendo enfrentar al presente. Pero… viviendo del pasado lo único que hacemos es ignorar el presente.
          No se puede vivir del pasado. Lo único que lograrás es arruinar el presente con sus nuevas oportunidades.
          Es sumamente difícil perdonarse por un error pasado, pero no conseguirás remediarlo, déjalo donde está: atrás. No podés volver el tiempo atrás y aprovechar una oportunidad perdida, ya no está. No se puede volver atrás para decir aquello que debimos decir, ni tampoco lo que debimos callar. Hay un refrán que dice “hay tres cosas que jamás vuelven atrás, una palabra dicha, una piedra arrojada y una oportunidad desperdiciada.” A buen entendedor, pocas palabras bastan…
          Esa es su realidad. Y muchos no renunciarían a ella. Vivir de las sobras y de lo que ya no sirve… vivir sin querer.
          Caminar mirando hacia atrás no te conduce a ningún lado. Porque la vista está puesta en el lugar equivocado.
          Avanzamos, si, ¿pero en qué dirección? Solo hay una manera de dejar de hurgar en el pasado para sobrevivir un día más. Cambiar la mirada, mirar al Maestro.

          Mirando al Maestro es como el foco se vuelve hacia el lugar correcto, el pasado queda atrás, el presente en sus manos y el futuro…

...el futuro será su secreto. Una sorpresa. 

domingo, 17 de junio de 2012

es solo cuestión de perspectiva...


           Es solo cuestión de perspectiva… ¿cuántas veces nos ha servido para disculpar un error? Nuestros anhelos y deseos tantas veces nos juegan una mala pasada… cuando conocí a José, pensé dentro de mí, debe haber tenido una experiencia de vida muy amarga, debe tener el menos unos 80 años. Verlo ahí demacrado, postrado en esa cama, sosteniendo la máscara de oxigeno con su mano, con esos ojos desesperados, reflejo de un alma sin paz… allí cuando tomaba un poco de aliento alejaba el respirador para poder susurrar algunas palabras… nunca pensé conocer a alguien en esa condición. Pero hasta allí solo había visto las apariencias… José no tenía tantos años como pensé, no llegaba  a los sesenta, yacía allí preso de un cáncer de pulmón, pagando por una vida licenciosa en la cual todos sus actos habían sido justificados, para él, por una cuestión de perspectiva… Su perspectiva. A la siguiente vez que lo visite estaba en un sofá, sentado viendo por un ventana, en su mano izquierda sostenía un inhalador (PAF), y en la otra sostenía un cigarro… ¡no lo podía creer! Un disparo del inhalador y una pitada… así era como lo hacía… “es solo una cuestión de perspectiva”.
          ¿Es tan solo una cuestión de perspectiva? Un pequeño error, dejar pasar una falta, rebajar los principios en pro de darnos un gusto… Cada cosa que vamos dejando pasar hace que cada vez veamos menos los errores tal como son. Como las pequeñas distracciones en la ortografía van volviéndose cada vez más comunes, más imperceptibles a nuestra vista, hasta que terminan por transformarse en horrores de ortografía y aún así no nos importa. Cada “despiste” no hace más que volver inevitable dar otro paso más.
          Cada error disculpado es un escalón que se desciende. Cada paso dado solo precipita el siguiente con mayor temeridad, cada puerta atravesada ya no se cierra, hasta que lo que una vez nos pareció un error, ahora ya no es nada.  La senda que nos conduce hacia abajo es rápida, cada paso acelera el siguiente hasta que se hace imposible parar. Me recuerda una tarde, un sábado de verano, con un grupo de amigo salimos a caminar, recorriendo la falda de una montaña en Ushuaia comenzamos a subir montaña arriba, terminamos en la cumbre de una baja montaña. Nos llevó cuatro horas el ascenso, pero solo una hora y media el descenso! Cuando comenzamos a bajar nuestros pasos se aceleraban de una manera incontrolable, por partes bajamos corriendo sin poder detenernos, hasta llegar a un parte más llana. Y allí nos proponíamos a dejar de correr cuesta abajo, pero era tan solo dar unos pasos y ya no podíamos parar…
          Nada en esta vida deja de tener efectos. Cada paso dado es sentido equivocado nos hace más propensos a disculparlos y nos encamina a dar el siguiente de una manera más temeraria.
          Nada disculpa un paso mal dado. Es mejor detenerse cuanto antes. De otra manera nos encontraremos yendo en rápido descenso y sin poder detenernos… aún así hay esperanza. Mirar al Maestro.

viernes, 15 de junio de 2012

"...tu deseo será para tu marido..." ¿Machismo Divino?


     El propósito de Dios al crear al mundo y en especial al ser humano era que éste fuera feliz. Esta felicidad la encontraría en vivir para servir a su prójimo y para adorar a su Creador. Hubo muchas cosas que Dios creó para que este plan se llevara a cabo, pero ideó especialmente dos instituciones, las cuales inauguró en esa primera semana. Una es la unión matrimonial y la otra el sábado como día dedicado a Dios. Satanás se ha ensañado especialmente contra estas dos instituciones, sabiendo que destruyéndolas o haciéndolas una carga, el ser humano no alcanzaría dicho propósito.
     Satanás ha tenido mucho éxito en destruir el matrimonio, se ha propuesto que éste sea una carga en vez de una bendición. Muchos “profesos” cristianos han tomado las palabras de Dios “…y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Gn 3:16) como una excusa para dominar de manera arbitraria en su hogar. Incluso han citado textos de Elena G. de White como apoyo a su conducta. Veremos cuál es su posición respecto al tema.
     Ella explica cuál es el motivo de este mandato, en la historia de los “Patriarcas y Profetas” (Pág. 42), dice que Dios había creado a Adán y a Eva en un plano de igualdad, y si ellos hubiesen permanecido obedientes a Dios hubieran gozado de una perfecta armonía “…pero el pecado había traído discordia, y ahora la unión y la armonía podían mantenerse sólo mediante la sumisión del uno o del otro…” Al separarse Eva de su esposo y caer en la tentación recibió la parte de la sumisión. Incluso este mandato si hubiese sido acatado teniendo en cuenta la ley de Dios hubiera resultado una bendición para ellos, “pero el abuso de parte del hombre de la supremacía que se le dio, a menudo ha hecho muy amarga la suerte de la mujer y ha convertido su vida en una carga.”[1]
     Ella explica que esto es consecuencia del pecado, pero no sostiene que uno de los dos sea quien “domine”, eso es una interpretación machista. Esa no era la finalidad de este mandato:
“Ninguno de los dos debe tratar de dominar.  El Señor ha presentado los principios que deben guiarnos.  El esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia.  La mujer debe respetar y amar a su marido.  Ambos deben cultivar un espíritu de bondad, y estar bien resueltos a nunca perjudicarse ni causarse pena el uno al otro....”[2]
     La pregunta es ¿puede la mujer tener voluntad propia? ¿Debe dejar su individualidad, la debe fundir en la de su esposo? ¿Acaso debe ser su voluntad la palabra de su marido? EGW responde estas preguntas de una manera clara:
“Dios requiere que la esposa recuerde siempre el temor y la gloria de Dios.  La sumisión completa que debe hacer es al Señor Jesucristo, quien la compró como hija suya con el precio infinito de su vida.  Dios le dio a ella una conciencia, que no puede violar con impunidad.  Su individualidad no puede desaparecer en la de su marido, porque ha sido comprada por Cristo.  Es un error imaginarse que en todo debe hacer con ciega devoción exactamente como dice su esposo, cuando sabe que al obrar así han de sufrir perjuicio su cuerpo y su espíritu, que han sido redimidos de la esclavitud satánica.  Uno hay que supera al marido para la esposa; es su Redentor, y la sumisión que debe rendir a su esposo debe ser, según Dios lo indicó, "como conviene en el Señor."[3]
     También Pablo nos dice que “la mujer debe estar sujeta a su marino, como conviene en el Señor,”[4] pero nos explica que los esposos deben “amar a sus esposas así como Cristo ama a su Iglesia”. La relación que debe existir es como la de Cristo con su iglesia. Una relación basada en el amor y la entrega propia por el bienestar de la otra parte, no con arbitrariedad para suplir deseos personales a expensas del conyuge. EGW también nos habla de ello:
“Cuando los maridos exigen de sus esposas una sumisión completa, declarando que las mujeres no tienen voz ni voluntad en la familia, sino que deben permanecer sujetas en absoluto, colocan a sus esposas en una condición contraria a la que les asigna la Escritura.  Al interpretar ésta así, atropellan el propósito de la institución matrimonial.  Recurren a esta interpretación simplemente para poder gobernar arbitrariamente, cosa que no es su prerrogativa.”[5]
     No es el propósito de Dios que en la familia haya este tipo de comportamiento y actitud, el abuso tanto emocional como sicológico o físico no está excusado ni permitido por dicho mandato, como muchos creen. Nada en la biblia o los escritos de Elena de White disculpa tales tratos y actitudes.
     Ella nos presenta la clave para poder conciliar este mandato y a la vez gozar de la felicidad y la bendición de Dios.  
“Debemos tener el Espíritu de Dios, o no podremos tener armonía en el hogar. Si la esposa tiene el espíritu de Cristo, será cuidadosa en lo que respecta a sus palabras; dominará su genio, será sumisa y sin embargo no se considerará esclava, sino compañera de su esposo.  Si éste es siervo de Dios, no se enseñoreará de ella; no será arbitrario ni exigente. Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno sobre otro. No intentéis imponer vuestros deseos uno a otro. No podéis hacer esto y conservar el amor mutuo. Sed bondadosos, pacientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante la gracia de Dios podéis haceros felices el uno al otro, tal como lo prometisteis al casaros”.[6]


                                                                                                          Paulo S. Benitez


[1] Elena G. de White. Patriarcas y profetas, Pág. 42.
[2] Elena G. de White. El Hogar Cristiano, Pág 96.
[3] Elena G. de White. El hogar  Cristiano, Pág. 101.
[4] Efesios 5:22-25.
[5] Elena G. de White. El Hogar Cristiano, Pág. 101.
[6] Elena G. de White. El Hogar Cristiano, Pág. 102, 103.

viernes, 1 de junio de 2012

La intención no siempre es lo que cuenta...

"Y bueno...la intención es lo que cuenta" esta frase la escuchamos un montón de veces, lo malo es que siempre es para justificar algo que salió mal, un error o un imprevisto.
No siempre la intención es lo que cuenta. Durante los años 30 el sentimiento de que la raza aria era superior iba en tremendo aumento en la Alemania nazi, y esto derivo en la segunda guerra mundial. La intención era que la "raza superior" fuera la que sobreviviera, la única que poblara la tierra, era la mejor de las intenciones, ¿quién no quiere que la tierra este poblada de las mejores personas posibles? pero ¿esto justificó la guerra? ¿justificó el holocausto de 6 millones de judíos? No.
En la Biblia tenemos casos en donde las mejores de las intenciones no fueron lo que contó. El caso de Nadab y Abiú, los sacerdotes, que entraron a ofrecer incienso al santuario y salió fuego de Dios y los quemó, ¿por qué? porque lo hicieron a su manera, no a la menera de Dios (Levítico 10:1-3). La mejor de las intenciones no justifica tomar con liviandad lo que es santo.
Otro caso es el de Uza, donde estaban llevando el arca de Dios y él toca el arca para evitar que esta se caiga, lo cual estaba prohibido, pero la temeridad de Uza le costó la vida (2 Samuel 6:1-10).
Tenemos el caso de David cuando decide construir el templo para Dios, era la mejor de las intenciones, hacer un templo donde adorar a Dios de la manera adecuada y honrarlo como mejor fuera posible, sin embargo Dios le negó ese privilegio. Dios quería que otra persona se encargase de eso, David no era el adecuado para hacerlo (2 Samuel 7:1-13).
No siempre la intención es lo que cuenta, sino si nuestros actos están en armonía con la voluntad de Dios. Esto es lo que realmente cuenta.