Al seguir meditando en todo esto no podía dejar de pensar en
un salmo que había leído hace unos días pero no había entendido mucho su
significado, hoy sentí fuertemente que tenía que volver a leerlo, lo hice y entendí
lo que me estaba faltando, con este salmo Dios nos da el equilibrio que nos
falta en todo esto! Nuestro Dios es Grande!
Permanecer en el círculo sagrado de intimidad con Dios (ver
publicación anterior), es algo que no puedo hacer. Con lo que venimos hablando
hasta aquí da la idea de que para permanecer en esa relación con Dios, de que
yo permanezco en ÉL y Él en mí dentro del círculo íntimo, es algo que depende
de mí. Pero no lo es, yo no puedo hacerlo. No puedo permanecer allí.
El salmo 131 solo tiene 3 versículos y a la luz de lo que
venimos estudiando toma una relevancia muy grande. “Jehová, no se ha envanecido
mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas
demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi
alma, como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma.
Espera, oh Israel, en Jehová. Desde ahora y para siempre.”
Si tomamos lo que vinimos estudiando hasta ahora podríamos
hasta pensar que depende de nosotros permanecer en Jesús, generar y mantener
esa intimidad. Pero Dios me dice lo contrario, yo no puedo. Soy incapaz de
entrar en ese círculo sagrado de intimidad con Dios. Como dice el salmo citado
antes, que aunque David había andado con humildad delante de Dios, eso le era
insuficiente. Sigue diciendo “ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado
sublimes para mi” no está hablando de lo material, porque tuvo mucha grandeza
terrenal como Rey. Esas cosas grandes y demasiado sublimes de las que habla son
espirituales, habla de que no pudo andar en ellas, Aunque si las experimento,
pero el no pudo hacerlo por su cuenta, no se puede. Con seguridad has visto el
Taj Mahal ¿recuerdas la cúpula central? Imagina que ese círculo sagrado de intimidad
con Dios es como esa cúpula y Dios esté en el centro, podríamos agregarle que
esa cúpula esta toda cubierta de aceite quemado de motor, de la marca “mi
tendencia a pecar”. ¿Cuál sería la única manera de subir hasta allí y de
mantenernos allí? La única manera es estar aferrados a algo que este allí
arriba. En ese círculo sagrado de intimidad con Dios no puedo subir solo, mucho
menos mantenerme allí sin estar sostenido del brazo de Dios.
David dice que ha acallado su alma y que está como un niño,
porque delante de toda esta escena que es inalcanzable para nosotros, a menos
que tomemos la mano de Dios para que nos suba hasta allí, no hay palabras, no
queda más que callar antes la grandeza de Dios y como sigue David “Espera, oh
Israel, en Jehová desde ahora y para siempre.”
¿Y como es eso de que la cúpula este embarrada de aceite que
me hace resbalar? Es nuestra propia inclinación al pecado. Nuestra tendencia al
pecado no es pecado. Martin Lutero hablando de la tentación y el pecado decía “No
puedo evitar que los pájaros vuelen sobre mi cabeza, pero si que hagan nido
sobre ella” Yo no puedo quitarme la tendencia al pecado, allí en medio de la
intimidad con Dios ella está presente y las tentaciones llegan hasta ahí para
hacer que me suelte del brazo de Dios y caiga. Hasta que lleguemos a la eternidad estaremos
patinando en ese aceite y a veces cayendo, pero el brazo de Dios estará siempre
a nuestro alcance para elevarnos de nuevo a su presencia.
Allí es donde debe estar concentrada toda nuestra atención y
nuestro esfuerzo, en mantenernos asidos del brazo del Señor, porque no podemos
subir hasta allí y mucho menos permanecer en ÉL. Por eso en la biblia hay
muchas imágenes de Dios descendiendo hasta el ser humano para poder elevarlo a
su presencia. El mismo hecho de Jesús de “bajar” hasta nuestro mundo para “elevarnos”
a ser redimidos es una clara muestra de ello.



